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domingo, 8 de marzo de 2015

PARATY, Brasil, Un rincón mágico.

Paraty:  que según tengo entendido, en lengua Carioca significa "Criadero de Peces", es una pequeña ciudad de unos 33.000 habitantes, ubicada en el extremo occidental del estado de Río de Janeiro.

Fue fundada por la corona Portuguesa allá por los años 1.530 aprox. y durante la colonia ( hasta 1.815 ) se convirtió en el principal puerto de embarque de oro de Brasil a Portugal.


Luego de ésta  pequeña reseña, vamos a lo que mas interesa: si estas pensando en viajar a Río de Janeiro, deja un par de días para visitar ésta ciudad. La mayoría de turistas hacen una excursión contratada de un día, van por la mañana y regresan por la tarde, yo la primera vez lo hice así y cuando regresaba a Río sentía que me había perdido lo mejor.
En mi siguiente viaje ( debo aclarar que para mí Río es una de las ciudades mas bonitas del mundo y quizás por eso la he visitado una docena de veces, ¡me encanta! ) decidí quedarme unos días aquí para descubrir a que se debía esa sensación que tenía de haberme perdido algo...
Corrían los últimos años de los 80' y Paraty era un pueblo pequeño, no se extendía mucho mas allá del casco histórico, por lo que veo ahora en Internet, ha crecido mucho y espero que no haya perdido su esencia.


Al bajar del autobus, un grupo de niños se nos acercaron para ofrecer su "servicio" como guía,      ( no son oportunistas ni mendigos, son niños del pueblo, que el mismo ayuntamiento los prepara y anima a mostrar su ciudad, solo a cambio de una propina, en dinero o chuches, se conocen cada rincón del casco antiguo y todas las pousadas: pequeños hoteles familiares ). Una vez que nos guiaron hasta la que teníamos reservada, dejamos nuestras cosas y salimos a recorrer sus calles ( por las que no circulan coches ) con sus grandes y centenarios empedrados.

Aquí el tiempo pierde su implacable influencia, todo se hace mas lento, apacible, quizás por ese clima cálido y muy, muy húmedo, el silencio, el andar pausado y sin prisa de su gente, es como retroceder varios siglos en el tiempo, no se, pero te invade una paz y una relajación difícil de explicar.
La hora, para mí, mágica, es el atardecer, cuando la marea de turistas se ha marchado y las calles quedan casi desiertas, cuando los últimos rayos de sol se van apagando y las tenues luces comienzan a encenderse, va desapareciendo el murmullo en las callejuelas, todo es invadido por una sensación muy especial.

 Este no es un lugar para quienes van buscando centros comerciales, tiendas de lujo, afamados restaurantes,  hoteles de 5 estrellas o marcha, todo lo contrario, es para quien busca paz, simpleza, naturaleza y hasta encontrarse consigo mismo. De su gente podrás aprender que con muy poco se puede ser realmente feliz y si te dejas llevar, casi de inmediato te contagiaran su alegría. Para ello es requisito indispensable prescindir de todo lo que nos ate al mundo moderno, hay que dejar en el hotel los móviles, tablets, portátiles, etc. y por sobre todo "archivar" los relojes.
Por la noche, luego de cenar, les recomiendo que busquen en alguno de esos pequeños y tradicionales barcitos, ya que seguro podrán dar con músicos que espontaneamente improvisen un concierto, se toparán con poetas, pintores y hasta algún filósofo, sin título, que les podrá enseñar algunos secretos de la felicidad.
Toda esa es gente del pueblo que se reúne a tomar unas cervezas o caipirinhas y a compartir su arte y sabiduría con cualquiera que quiera escuchar. El carácter brasileño, alegre, místico y extrovertido es ideal para ver que hay otras maneras de encarar la vida.


Durante el día y dado que en el mismo pueblo, las playas no son buenas, les recomiendo contratar una excursión en un "Saveiro", una especie de goleta antigua que navega entre las decenas de islas próximas y los dejarán unas horas en alguna playa desierta, de aguas cristalinas y fina area. Estos barcos suelen dar servicio de bar y comida a bordo o bien un almuerzo en la misma playa. es muy bueno y mucho mas rústico que los que habitualmente se hacen desde la zona de Angra dos Reis, por lo tanto, para mi tiene mas encanto.
Al regresar a puerto en ese antiguo barco de madera y quizás por la "complicidad" de la luz del sol, es inevitable sentir y ver lo mismo que experimentaban los marinos portugueses allá por los siglos XV o XVI,
es una sensación muy agradable, jugar con el tiempo.


Paraty, siempre llevaré en mi mente y en mi corazón, tu paz y tu bohemia, Gracias!!

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