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domingo, 11 de octubre de 2015

NUEVA ZELANDA: Te Waka a Maui (Isla Sur)

Al planificar mi viaje a Australia y teniendo en cuenta lo largo que era el vuelo transpolar desde Argentina, aprovechando que este hacía escala en Aukland, decidí quedarme unos días en Nueva Zelanda ya que siempre había oído hablar maravillas de ese país y tenía la impresión que su casi virgen isla sur sería como una simbiosis de dos de los lugares del mundo que mas me gustan, como ya saben, la Patagonia Argentina y la región de los Fiordos Noruegos.
Al aterrizar en el aeropuerto de Aukland y llagar al centro de la ciudad, si bien tenía bastante información sobre ella, tengo que confesar que me sorprendió muy gratamente. Es una ciudad moderna, cosmopolita con aproximadamente 1.200.000 habitantes en toda el área metropolitana y si bien no es la capital del país, esta es Wellington, si es la capital financiera, a pesar de eso y del lógico ajetreo de una gran ciudad, su gente es amable, muy hospitalaria y si necesitas alguna información, ellos siempre te dedicarán tiempo para orientarte y recomendarte, orgullosos, que ver o hacer en su ciudad, Ta-Maki Makau Rau, como la llaman los Maoríes.


Luego de pasarme tres días recuperándome de uno de los Jet Lag mas duros del mundo ya que si no recuerdo mal el vuelo salió del aeropuerto Int. de Ezeiza en Buenos Aires un lunes a las 9:00 Hs y luego de unas 12 Hs de vuelo, previa escala técnica en Río Gallegos (Patagonia ) para repostar, llegamos al aeropuerto de Aukland el martes a eso de las 10:00 Hs, (siempre hora local), por ese juego de los usos horarios y cruzar la línea internacional de cambio de fecha, me desapareció un día.
Una vez que mi organismo y cabeza se acomodaron, tomé un vuelo de 1:25 Hs hasta Christianchurc, la capital de la Isla Sur.

Christianchurch:
Esta ciudad de unos 400.000 habitantes principalmente de estilo victoriano, o al menos lo era antes del terrible terremoto de 2.011, me gustó mucho por su ambiente relajado, casi bucólico, con sus antiguos tranvías, sus canoas típicamente inglesas surcando las aguas del río Avon y donde todo está muy cerca para recorrerla a pié y sin prisas.


La emblemática Catedral, símbolo, historia y orgullo de los "Kiwis" fue destruida por el terremoto, un golpe muy duro para la ciudad, cuya fisonomía ya nunca será la misma.


Desde aquí inicié un circuito, que es el recorrido clásico, comenzando por la vecina Península de Banks, una, al menos para mi, extraña formación que no tiene casi relación con el paisaje que la rodea, no lo se pero seguramente es el cráter de un viejo volcán, que abundan en la isla.


Su escarpada superficie y su recortada costa produce unos paisajes maravillosos donde se combina el verde de la vegetación y el azul del mar, matizados por muchísimos "pompones" blancos de las ovejas que pululan por la zona.


Aquí siento que tengo el primer contacto con la Nueva Zelanda Maorí que he venido a conocer, sentado en una roca, admirando este paisaje, el silencio solo roto por el valido de las ovejas, y una suave briza fresca dándome en la cara, esas cosas que te hacen sentir realmente vivo y agradecido de poder estar disfrutando de un lugar privilegiado como este.
Desde aquí proseguí viaje al sur por los Llanos de Canterbury y luego de unas dos horas de carretera, llegué a una playa ( Koekohe Beach ) con unas formaciones que me llamaron poderosamente la atención, me acerque casi corriendo, no podía creer que lo que veía fuera obra de la naturaleza y no del hombre, eran los llamados cantos de Moeraki, unas rocas de cal modeladas por el agua y convertidas en esferas perfectas
de gran tamaño esparcidas a lo largo de toda la playa, nunca había visto algo así.


luego me enteré que según una antigua leyenda Maorí estas eran las cestas de comida de una canoa mítica.

Después de descansar y "Jugar" con esos enormes balones, continué el viaje hacia el sur, otras dos horas de carretera, tranquila, con poco tráfico y un paisaje maravilloso para arribar a Dunedin, no sabía casi nada del lugar pero no me defraudó, una ciudad pequeña de algo mas de 120.000 habitantes, muy ventosa de clima templado, con una fuerte influencia (como todo ) de arquitectura inglesa, aunque en el fondo y salvo el hecho de estar a orillas del mar y por la vegetación que la rodea me recordó a muchos pueblos del medio oeste o sur de Estados Unidos.


Lo mas sorprendente quizás, sea descubrir que en un sitio tan remoto, además de tener un estadio de rugby, el mítico Carisbrook, donde cada año se celebra el " Tri Nations " un torneo triangular donde se enfrentan tres de las principales selecciones del mundo como los All Black, las principales actividades económicas de la ciudad sean la Ingeniería del Software y la Biotecnología. Además alberga una importante universidad por lo que hay mucha gente joven.
Decidí quedarme un par de noches aquí, para usarla como base y de paso conocerla bien y porque no decirlo disfrutar de su ambiente joven y con una cierta bohemia.
Luego de mi primer noche, salí hacia la península de Otago, muy cerca de la ciudad, donde hay importantes colonias de Focas, Pingüinos azules, una enorme colonia de Albatros y si hay suerte es frecuente ver cerca de la costa grupos de Delfines, hay muchos senderos de dificultad baja para recorrerla a pié o en bici disfrutando de una campiña de verde muy intenso que por momentos recuerda a la de Irlanda.


Luego de la segunda noche proseguí viaje hacia el sur siguiendo siempre por la carretera Nº 1, hasta llegar a un pequeño pueblo llamado Balclutha, allí tomando la calle principal que luego se transforma en una carretera comarcal bordeando el río Clutha, esta es la Owaka Hwy y que te lleva directamente a la pequeña población de Owaka, de unos 400 habitantes, aquí me alojaré por un día para desde esta recorrer  la región de Catlins en el ángulo sudeste de la isla, como aquí el clima es bastante riguroso y suele haber mucho oleaje, es un destino muy conocido por surfistas de todo el mundo. Quizás la "máxima" atracción turística del pueblo sea "Teapotland" ( el mundo de las teteras) es una casa particular en su calle principal ornamentada con cientos o miles de teteras.
Catlins es un área protegida que da refugio a muchas especies de aves no voladoras como el Kiwi, en la costa, hay colonias de lobos marinos, elefantes marinos, delfines y pingüinos, la vegetación en su mayoría son bosques de Rimu un árbol autóctono. También en su interior boscoso podemos disfrutar de fantásticas cascadas de aguas cristalinas y en los acantilados de la costa, además del famoso faro de Nugget Point, cuando la marea baja visitar las cuevas de la Catedral, Imperdible!!


Faro de Nugget Poin

The Cathedral Caves

Cuando dejo Owaka, desando el camino para retomar la ruta Nº1 y luego la 94 hasta Milford Sound una pequeña población en lo que sin ninguna duda será la Guinda de éste pastel; el Parque Nacional Fiordland, a medida que conduzco por carreteras solitarias, muy similares a las de mi país, con la diferencia de circular por la izquierda, con lo que tengo que estar muy atento para no despistarme, pero voy ya imaginando y deseando ver esos fiordos que a diferencia de los de Noruega, aquí seguramente, mires donde mires no veras una casa, un puente o una carretera, eso me encanta. A medida que avanzo el paisaje se vuelve mas montañoso y espectacular, es el preludio de lo que hay mas adelante y mi corazón se acelera, esos macizos azulados son imponentes, me cuesta poner atención en la carretera, por lo que avanzo lentamente.


 Finalmente llego a Milford Sound y antes que nada me alojo en un pequeño Lodge, literalmente tiré el equipaje sobre la cama y me fui al embarcadero desde donde la vista es realmente espectacular.


Busqué un sito un poco mas alejado, donde no hubiera nadie para sentir toda su energía... y si es como lo había imaginado, la soledad, el silencio, la fuerza y la imponencia de una simbiosis entre la Patagonia Argentina y los Fiordos Noruegos, es absolutamente sobrecogedor, especialmente llegar en un día soleado y luminoso, no muy frecuente aquí y con el mar como una balsa de aceite, intento guardar en mi memoria cada detalle, se que esta "postal" me acompañará entre mis mejores recuerdos el resto de mi vida, es un momento único. Perdí la noción del tiempo, extasiado viendo como las sombras avanzan sobre las laderas cubiertas de bosques, una vez asimilada tanta belleza, regresé al hotel y me informe sobre las excursiones para hacer, como todos sabéis nunca dejo de hacer una inmersión en cada sitio al que voy y se que este fiordo es muy bueno para el buceo, pero hay otras cosas que tampoco me quiero perder.

Crucero:
Me recomendaron hacer un crucero, ya que aún era temprano y el día estaba espectacular, cosa que posiblemente no se repitiera, así lo hice, salen barcos con bastante frecuencia y realiza una navegación de casi dos horas, hasta la desembocadura del fiordo el el mar de Tasmania y regresa, fue un primer contacto y realmente sentí que valió la pena recorrer medio planeta para estar ese día allí.



Esa noche después de cenar me fui al único bar del poblado, había poca gente y conocí a dos chicas y un muchacho franceses que estaban haciendo el recorrido en sentido inverso al mio, como una de ellas hablaba bastante bien castellano, estuvimos hablando un largo rato, hasta que alguien propuso llevarnos nuestras tazas de café bien caliente e ir al muelle, y ahí fuimos, ¡una idea brillante!, el cielo nocturno seguía diáfano, con unas estrellas como platos y la luna en cuarto creciente que iluminaba las montañas y se reflejaba en el mar, hacia frío pero no soplaba ni una briza, el silencio era total, ninguno de nosotros se animaba a articular palabra para no romper la magia y sin decir nada los cuatro nos cogimos de la mano, había una energía muy especial en el aire, fue una noche maravillosa.
A la mañana siguiente me levanté muy temprano y al mirar por la ventana, lo que me temía, una densa bruma lo cubría todo y caía una tenue llovizna, pero bueno ese clima es parte de esta región y no me va a impedir disfrutarla, contraté un paseo en Kayak, y una vez bien pertrechados con chubasquero y equipos para el frío y el agua, nos hicimos a la mar, éramos unas 7 u 8 canoas dobles con un guía, el recorrido dura aproximadamente dos o tres horas, creo que las hay también de varios días, pero yo no tenía ni tiempo y el estado físico para remar tanto.
A medida que avanzamos el cielo se fue abriendo y el sol volvió a brillar.


  Con la lluvia que calló durante la madrugada, se reactivaron ciento de finas y efímeras cascada que cae desde lo mas alto de los acantilados. El aire frío nos daba en la cara, los labios sabían a sal y el spray de las cascadas nos mojaba por todo, en otro lugar o circunstancia uno se sentiría molesto, pero aquí era un valor agregado, como una bendición. Recuerdo que mientras remaba pensaba, me quiero quedar a vivir aquí.
Una vez de regreso y luego de comer, el cielo se había cubierto nuevamente y amenazaba lluvia, pero igual junto a mis amigos franceses decidimos contratar un trekking por el bosque subtropical, era un recorrido corto pero tendríamos la posibilidad de ver esta exuberante naturaleza desde dentro desde sus propias entrañas.



Cuando regresábamos ya llovía con bastante fuerza, empapados, directamente a darnos una ducha bien caliente y ponernos ropa seca, durante la cena comentábamos las peripecias de caminar por un bosque muy húmedo, resbalones, caídas y demás pero fue una gran experiencia poder ver esas cascadas y los riachos de aguas cristalinas en medio de un verde impresionante, en un día de sol debe ser increíble!.
Llovió casi toda la noche, pero por la mañana el cielo estaba otra vez totalmente azul y con el viento en calma, un día perfecto para bucear.
A eso de las 10 de la mañana salimos con todo ya preparado, fondearon la embarcación muy cerca de uno de los acantilados y... ¡al agua! las lluvias habían arrastrado sedimentos de tanino con lo que la visibilidad estaba un poco mermada pero seguía siendo buena. Este lugar es famoso por los corales negros que son una rareza, generalmente viven a gran profundidad, también los hay rojos y blancos, estrellas de mar de 6 tentáculos unas anémonas preciosas y merodeando por ahí unos gigantescos meros muy sociables, la experiencia fue muy buena mas el hecho de bucear junto a una pared vertical sin poder ver el fondo, da una cierta sensación de vértigo que nunca había experimentado y realmente me encantó.


Nuevamente en el hotel y otra vez con lluvia, comenzar a preparar las cosas para emprender el regreso, ya se me agotaba el tiempo, dado que el vuelo Transpolar que debía abordar pasaba una vez a la semana y ya había consumido casi dos, así que debía estar en Aukland antes del martes o lo perdería, por eso regresé a Christianchurch donde devolví el coche y tomé el primer avión a Aukland, llegué un sábado por la tarde con lo que me dio tiempo para  reconfirmar el vuelo a Sydney, relajarme y disfrutar un poco mas de esta ciudad.

Me he marchado de Nueva Zelanda con una sensación de satisfacción y euforia, no solo por la naturaleza exuberante o por paisajes increíbles, creo que en el fondo es de agradecimiento a todo un pueblo que le demuestra al mundo que para que un país tenga una buena calidad de vida no necesita arrasarlo todo por dinero, ellos viven muy bien y conservan y cuidan a "Nuestra Madre Tierra" con mucho recelo y eso le dará riqueza también a las próximas generaciones. ¡ Gracias Kiwis !

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